Izamos velas, sábado 01 de octubre de 2022

Tras una semana por fin podemos empezar la expedición “Tras la Estela de Shackleton”. Esta mañana me ha llegado el petate y los trineos que nos tenían extraviados. La espera ha sido larga y ha puesto a prueba mis nervios, pero la aventura es por definición incertidumbre y dar por hecho que todo puede pasar.

Así que ahora sí lo tenemos todo listo para izar velas y zarpar hacia las Georgias del Sur. De repente los nervios que se me habían atenuado vuelven a aflorar, pues sin duda la navegación es lo que más me impone de esta expedición, pues me  consta que navegar 1.300 km en estos mares no es tarea fácil y mi experiencia en este tipo de barcos es prácticamente nula. Pero confío plenamente en Ezequiel, nuestro Shackleton, con más de quince años de experiencia navegando por los mares australes  en su hijo, Santiago, que le ayuda a tripular el Ypake II.

Nuestro Endurance particular es un barco pequeño para estas aventuras, pero suficiente para convivir ocho personas durante un mes: 18 metros de eslora y 3,5 de manga, tres depósitos de gasoil de 750 litros cada uno, además de dos tanques de
agua dulce de 750 litros cada uno; un palo y tres velas. El Yyaque II será nuestro campamento base flotante durante las semanas que estemos en las Georgias y nuestro barco de salvamento cuando estemos haciendo alpinismo en la isla principal.

Estos días me han servido para conocer un poco más a los nuevos compañeros de aventura. Ezequiel es un tipo peculiar, rudo y de mando directo, obedece bastante al tópico de capitán de barco y sobre todo, al de alguien que hace de los mares australes su profesión. Domingo Expósito parece sacado de otra época, o mejor dicho podría pertenecer a cualquier época, medio hippie, medio jornalero y medio aventurero, pero enteramente humano y con un sentido del humor digno de su Jaén natal. Juanma Sotillos fue el primer vasco en llegar al Polo Norte Magnético. Apasionado del viaje acumula muchos kilómetros recorridos a lo largo y ancho del planeta.

Mis primeras sensaciones en el barco son extrañas, como al inicio de cualquier expedición. Me embargan la ilusión, la motivación y las expectativas, pero también otras emociones que creía olvidadas, como la incertidumbre que sentí la primera vez
que fui al Himalaya por saber que estaba dando los primeros pasos en un mundo al que no pertenezco. Aquí, en el océano, también soy un intruso indefenso en un mundo extraño, donde la vida también depende del juego de fuerzas naturales sombrías que, si quieren, se burlan de nuestra ingenua superioridad.

Así que esperemos que Eolo sea generoso con nosotros y Neptuno nos ampare durante la navegación desde las Islas Malvinas hasta las Georgias del Sur.

¡Buena travesía para todo el equipo!

Un abrazo, Juan Diego Amador